HACER TERAPIA ONLINE. NUESTRA EXPERIENCIA

Hace un año que tuvimos que situamos detrás de nuestras pantallas, y durante muchos meses hacer de la terapia online el pan nuestro de cada día…

Habíamos trabajado haciendo sesiones por videollamada anteriormente, pero no con la frecuencia de entonces. Aún hoy, cuando las sesiones presenciales son ya la opción habitual y preferida por la mayoría de nuestros clientes, seguimos atendiendo a muchos otros por videollamada. Así que llevamos un año de experiencia intensiva con esta modalidad y hemos aprendido a ajustar los requerimientos de la terapia a la pantalla y la distancia, y a descubrir sus bondades también.

Alguien hablaba del debatirse internamente entre la comodidad de lo online y la viveza de lo presencial, y en este dilema también nos hemos visto nosotros. No podemos negar que la presencia completa de nuestros cuerpos en el espacio compartido tiene grandeza, porque contamos con el privilegio de los sentidos: Todos ellos en marcha, todo en contacto. Sentir el encuentro de este modo aporta vitalidad, porque hay un flujo de sensaciones. La cercanía física, la riqueza sensorial equivale a calidez y viveza. Y es nuestra opción preferida.

Al mismo tiempo nos hemos maravillado con el impulso, la necesidad y capacidad del ser humano para permanecer en ese flujo de conexión e intercambio de información con el otro sea desde la modalidad que sea, a miles de kilómetros con pantalla de por medio. Se consigue, podemos conectarnos, intuirnos, sintonizarnos sensiblemente. Nos encontramos con que las sesiones son útiles, sí podemos vincularnos y, desde el compromiso de ambas partes, hacer un buen trabajo psicoterapéutico.

Por supuesto, encontramos impedimentos:

¿Qué carencias/limitaciones hemos encontrado en la terapia online y cómo las compensamos o salvamos?

Percepción del cuerpo y de la gestualidad limitada.

A veces no podemos ver con precisión el cuerpo o gestos al completo del paciente (por ejemplo, qué hace con los pies). Podemos adaptarnos cambiando el enfoque de la cámara, agudizando los sentidos para lo que sí es percibido directamente, y trabajando más la capacidad del cliente para transmitirnos su sentir y conciencia corporal (estado interno, postura, etc.).

Falta de intimidad.

La consulta esta hecha para ser un lugar seguro, poder hablar sin ser escuchado, con absoluta privacidad, lejos de otras personas. Proponemos por ello a nuestro cliente, para sus sesiones online, que busquen un horario o habitación donde realmente puedan ser respetados, pidiendo, si hay personas en casa, que nos nos interrumpan durante ese periodo de tiempo.

Carencia del material de apoyo físicamente presente en la consulta.

Hemos aprendido a salvar estas limitaciones, utilizando otros materiales de la casa, buscándolos para aplicar la técnica: cojines, folios, colores, zapatos, sillones,…

Tiempo de tránsito.

A veces puede faltar el espacio de traslado hasta llegar a la consulta, que muchos clientes usan para ir sintiendo hacia dónde van, conectándose consigo mismos, revisando la última sesión o lo sucedido tras ella, etc. Por eso recomendamos que la persona pueda crear su propio espacio, haga una pequeña preparación, un actividad de puente o momento de transición para facilitar y compensar lo que perdemos con la no asistencia al espacio físico y su trayecto de desplazamiento.

Y, aún con todo esto, queremos agradecer todo lo que nos da esta modalidad:

¿Qué tenemos que agradecerle a la terapia online de estos últimos tiempo? ¿Cuáles son sus ventajas?

Continuidad.

Los procesos no tienen que ser interrumpidos para las personas que no pueden salir de casa, o es aún especialmente difícil para ellas.

Llegamos a más personas.

Así, hemos podido atender en sesiones de terapia familiar a miembros que viven en diferentes lugares, alejados entre sí. También nos han elegido como psicoterapeutas personas desplazadas que viven otras ciudades y países europeos (e incluso fuera de Europa, cuando el ajuste de horarios lo permite), pues quieren tener acceso a sus psicoterapeutas de referencias, a atención especializada que no tienen en su ciudades, o a profesionales en su idioma para evitar utilizar una lengua foránea con la que les resulta esforzado hacer psicoterapia.

Integración del espacio privado.

Hemos acabado conociendo miembros de la familia, como las mascotas, con las que conviven y que probablemente no conoceríamos de otro modo. Llegamos a una intimidad que también suma, cuando vemos a la persona en un espacio cotidiano y personal, junto a objetos y escenarios que son significativos para ellos, que incluso pueden incorporarse como recursos. Nos parece también interesante la idea de llevar la terapia a casa, al lugar cotidiano, pues el cambio o la semilla del cambio son colocados en el lugar que interesa.

Una base esencial del desarrollo personal y el afrontamiento de los momentos adversos de la vida es la capacidad para responder con creatividad, creando y abriéndonos a nuevas posibilidades ante los obstáculos. Y no deja de ser esto lo que hemos hecho psicoterapeutas y clientes en este último año. Gracias por vuestra confianza, perseverancia y flexibilidad.

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