Podemos sentir energía, fuerza y poder…
Cuando nos rendimos a nuestra sexualidad, en relación con nosotras mismas, con otras personas o con el entorno, la naturaleza.
Cuando lo hacemos de una manera auténtica, es decir, no reproduciendo un modelo dado, por ejemplo el pornográfico. Estando en conexión con nuestra sensación física y emocional verdadera tal cual ella se expresa, siguiendo el movimiento que ella demanda, ella como guía. Al ritmo de la vida que bulle dentro, tenga el nombre que tenga, sea cual sea su ritmo, alcance forma de orgasmo o no, pero abriendo espacio en el cuerpo para que siga su curso, gracias a la respiración, el tacto y/o el movimiento.
Entonces…
Podemos sentir energía, fuerza y poder. Y es cuando tengo esta experiencia de ellas en mí (encarnadas* en mí, sucediendo en mi cuerpo), cuando puedo identificarme con esas cualidades.
Cuando digo poder, no estoy aludiendo al poder que una persona puede sentir al excitar a otra, al generar reacciones intensas físicas y emocionales en ella, con su cuerpo, gestos, movimiento etc. Y ni mucho menos me refiero al poder que inventamos creando una supuesta jerarquía y es usado en el propio beneficio y detrimento del otro. Invoco al poder de notar que nuestro cuerpo y sensaciones, que la vida dentro de nosotras, tiene fuerza, intensidad, movilidad, que disponemos de energía y vitalidad, que existe el placer recorriendo nuestro cuerpo, que somos movilizadoras de lo bueno-agradable-expansivo en nosotras mismas. Esto, conforme va sucediendo una y otra vez en nuestra vida parece que viene a decirnos algo así como:
“Hay un lugar agradable en el mundo, es mi cuerpo. Hay algo de enorme valor en mi vida, es la experiencia del placer y la expansión, está en mí”.
No hace falta ni pensarlo conscientemente, el mensaje llega solo. Lo encarno, lo vivo. Es experiencia.
Y este es solo un ejemplo de como de las agradables y auténticas experiencias con nosotras mismas se destila la sensación de valía y autorespeto.
Que así sea.
*ENCARNAR Del lat. tardío incarnāre ‘tomar forma corporal’.
Imagen: Sasha Podgurska